SÍ, LA EXPLICACIÓN ES COMO SIGUE... Generalmente se atribuyen a las secuelas metabólicas del
alcoholismo un origen nutricional puro. Cada gramo de etanol aporta 7,1 Kcal.
Doce onzas (una onza equivale a 30 gramos o se que son 360 gr. de alcohol) de
una bebida con 86º de alcohol contienen aproximadamente 1200 Kcal., que
representan aproximadamente la mitad de la ingesta diaria recomendada de energía
alimentaria. El alcohol es capaz de cubrir parcialmente las necesidades de
energía del organismo desplazando a los restantes nutrientes de la dieta.
Las
bebidas alcohólicas no contienen generalmente proteínas, vitaminas, minerales y
otros nutrientes, por lo tanto, la ingestión de estos puede convertirse en
francamente deficitaria en el caso del consumo regular de alcohol. Hasta la
década del 60 las secuelas metabólicas del alcoholismo se atribuían únicamente a
deficiencias nutricionales. Sin embargo, la mejoría del suministro de nutrientes
no se acompaña en una disminución de las complicaciones hepáticas y
neurológicas.
Deficiencias nutricionales particulares pueden desempeñar una
función contribuyente adicional.
Desde hace mucho tiempo se reconoce que las
deficiencias nutricionales de metionina puede potenciar, y su suplementación
nutricionales puede aliviar la transformación grasa del hígado inducida por el
alcohol. Inicialmente se pensaba que la causa radicaba en el efecto preservador
de la metionina sobre la colina, pero un mecanismo más apropiado parece ser el
agotamiento de los niveles de glutation. De forma similar la corrección de las
deficiencias nutricionales de vitamina A puede incrementar la potenciación del
daño hepático alcohólico que favorece la deficiencia simultánea de esa
vitamina.
La fibrosis
y la cirrosis hepática son frecuentes complicaciones del alcoholismo que
aparecen aunque las dietas sean hiperproteicas, elevadas en grasas y
suplementadas con vitaminas y minerales, por lo tanto, desde el punto de vista
terapéutico no es totalmente exitoso este procedimiento para la prevención de la
cirrosis de los alcohólicos. El consumo crónico de alcohol genera una
malnutrición secundaria por la afectación de la digestión y la absorción de
nutrientes.
Los niveles
hepáticos de vitamina A se reducen con el consumo de alcohol. Esta reducción no
puede ser explicada solamente por una alteración de la ingestión, la absorción o
por cambios en los niveles séricos del retinol o de su proteína sérica
transportadora. Se han sugerido como mecanismos posibles una movilización o un
catabolismo aumentado de la vitamina A hepática. La eliminación del ácido
retinoico del organismo se inicia por el sistema de oxidación microsomal del
etanol (SOME), dependiente del citocromo P450 (ubicados en la cadena oxidativa
en las cresta de la mitocondria). En el alcoholismo este sistema se encuentra
inducido, por lo que aumenta el catabolismo del ácido retinoico, disminuye la
concentración hepática de vitamina A y se incrementa la susceptibilidad a las
alteraciones morfológicas de la celula hepática y a la cancerogénesis.
El consumo
de alcohol afecta además los niveles de ingestión o el metabolismo de
riboflavina, piridoxina, ácido ascórbico, vitamina D, vitamina K, tiamina, ácido
fólico y niacina.
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